Cuando una mujer ha hecho
el amor
La investigación realizada por el American
Institute for Women Studies, ha sido realizada sobre 1500 mujeres de entre
20 y 50 años en los estados de la costa oeste de los Estados Unidos.
El objeto de la misma fué desde un principio determinar los rasgos
característicos que hicieran posible visualizar la frecuencia con
que dichas mujeres tenían relaciones sexuales.
En principio infructuosos, los esfuerzos fueron
recompensados cuando luego la segunda etapa de encuestas reveló
la cercanía de las proyecciones con sus consecuentes hechos del
campo real.
Tras el análisis de los estudios correspondientes,
realizados por los catedráticos John Stewart y Katherine Longley,
de la Universidad de San Antonio, los siguientes resultados se pudieron
derivar y corroborar con una certeza del 96%:
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El 74% de las mujeres que habían tenido al
menos una relación sexual en los últimos 3 meses, habían
experimentado una baja del almidón en sus flujos sanguíneos
del orden de los 3mg./100 cm3, lo que significaba un incremento del consumo
de carbohidratos del orden del 5% con respecto a su consumo antes del período
de tres meses mencionado.
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El nivel de ácido fosfórico en la sangre
permanecía, durante ese período y hasta 2 semanas después,
por encima del nivel de los nitratos fosfóricos en el 81% de las
mujeres encuestadas. Este hecho se traducía, entre otras manifestaciones
fenotípicas, en una sequedad de los tejidos corporales expuestos,
como la piel y el pelo.
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En el 69% de las mujeres que habían tenido
relaciones sexuales en el último mes, se pudo constatar una disminución
en el peso corporal de hasta un 5% en la primera semana para luego incrementarse
en un 3% con respecto al peso original. Estas variaciones se deberían
principalmente al esfuerzo implicado en las mismas junto con cambios de
tipo hormonal producidos por el primer rechazo al semen que experimentan
las mujeres tras períodos de poca actividad sexual.
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Las variaciones de carácter, aunque no mensurables
en sus expresiones fenomenológicas, eran pausibles de vincular con
un decrecimiento del 3% en el dopamina en el 81% de las mujeres que habían
tenido relaciones sexuales los 2 meses anteriores a la encuesta. La caída
en el porcentaje de dicha sustancia, determinaba una ansiedad decreciente,
con el consecuente efecto tranquilizador que el mismo supone.
Posteriores investigaciones, realizadas estas en
el prestigioso Instituto Pasteur de París, Francia, mostraron ciertas
relaciones, al parecer causales mutuamente, entre los niveles de azucar
en sangre y la postura de las mujeres cuando hacían el amor. El
76% de las mujeres con un contenido de azucar en sangre mayor que el que
tenían luego de períodos de abstinencia, mostraba un grado
sorprendente de preferencia por permanecer debajo de su pareja, mientras
que el 20% del grupo restante prefería estar sobre su eventual acompañante.
El 4%, no parecía estar conforme con ninguna de las dos posturas.